Séneca el Joven fue un filósofo, político, orador y
escritor romano conocido por sus obras de carácter moralista. Hijo del orador
Marco Anneo Séneca, cuestor, pretor y senador del Imperio Romano durante los
gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de ministro, tutor y
consejero del emperador Nerón.
Séneca destacó como pensador tanto como intelectual y
político. Consumado orador, fue una figura predominante de la política romana
durante la era imperial, siendo uno de los senadores más admirados, influyentes
y respetados; a causa de este extraordinario prestigio, fue objetivo tanto de
enemigos como de benefactores.
Para Séneca la felicidad era:
Para Séneca la felicidad era:
El alma -se dice- tendrá sus placeres. Téngalos en
buena hora, y eríjase en árbitro de la sensualidad y de los placeres, llénese
de todas las cosas que suelen encantar los sentidos, después vuelva los ojos al
pretérito y, al acordarse de los placeres pasados, embriáguese con los
anteriores y anticipe ya los futuros, apreste sus esperanzas y, mientras el
cuerpo se abandona a los festines presentes, ponga el pensamiento en los
futuros; tanto más desdichado me parecerá por ello, pues tomar lo malo por lo
bueno es locura. Y sin cordura nadie es feliz, ni es cuerdo aquel a quien le
apetecen cosas dañosas como si fueran las mejores. Es feliz, el que tiene un
juicio recto, el que está contento con las circunstancias presentes, es feliz
aquel para quien la razón es quien da valor a todas las cosas de su vida. Los
mismos que dijeron que el sumo bien es el placer, ven en qué mal lugar lo
habían puesto. Por eso niegan que se pueda separar el placer de la virtud, y
dicen que nadie puede vivir honestamente sin gozo, ni gozosamente sin vivir
también con honestidad. “No veo cómo pueden conciliarse estas cosas tan
diversas. ¿Por qué, decidme, no puede separarse el placer de la virtud? ¿Sin
duda porque el principio de los bienes reside siempre en la virtud, y también
nacen de sus raíces las cosas que amáis y apetecéis?”. Pero si fueran
inseparables, no veríamos algunas cosas agradables pero no honestas, y otras,
en cambio, virtuosísimas pero ingratas, y que se han de realizar entre dolores.
El budismo dice que su mayor fuente es apreciar a los demás: cuidar del
bienestar y la felicidad de los otros con amor y compasión. El opuesto directo
de ello, estar preocupados sólo por nosotros mismos de forma egoísta,
únicamente conduce a la infelicidad. Hace que nuestra mente y nuestro corazón
estén cerrados y estrechos. A través de la preocupación centrada en nosotros
mismos, experimentamos soledad, depresión y somos profundamente infelices.
Apreciar a los demás nos conecta con ellos, nuestro corazón se abre y se llena
de sentimientos cálidos. Incluso nos sentimos mejor físicamente. Al
interesarnos por la felicidad de los demás, tratamos de ayudarlos tanto como
podamos y evitamos hacerles cualquier cosa que pueda causarles daño. Esto da
como resultado amistades confiables; tener buenos amigos hace que nuestra vida
sea más significativa. Con el apoyo emocional de familiares y amigos,
encontramos la fortaleza para lidiar con lo que suceda en la vida.
Ejercicio hecho por Cristina.
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