En entradas anteriores he
comentado algunas cosillas con respecto a la felicidad. Bueno pues aquí os
traigo los diferentes puntos de vista que Séneca y el budismo sostienen sobre
ella. Así os podréis hacer una idea más clara y decantaros por la que más
conveniente os parezca.
Primeramente me gustaría haceros
una breve introducción de cómo era Séneca.
Filósofo estoico, estadista,
escritor, dramaturgo y trágico poeta romano, nacido en Córdoba, conocido como
Séneca el Joven, cuya obra filosófica y literaria se convirtió en un modelo en
el Renacimiento e inspiró el desarrollo de la tragedia de Europa. Fuente
ilustre hijo de Lucio Séneca Aneu el Viejo, el famoso orador, fue enviado a Roma
para estudiar filosofía y la oratoria.
Séneca nos dice, con respecto a
la felicidad, que a pesar de que toda la humanidad desea ser feliz, las
personas son ciegas para saber qué es lo que las hace felices y que cuanto más
la buscan más la alejan. Por eso, para este filósofo se hace imprescindible
saber qué es lo que queremos, para tomar el rumbo correcto para alcanzarla, y
no dejarnos llevar por las influencias externas que nos llevan hacia distintas
direcciones.
El budismo considera que
cualquier cosa que es causa de felicidad no puede serlo también de sufrimiento:
es incompatible. Es decir; dedicamos gran parte de nuestra vida al trabajo, a
nuestra vida familiar, a nuestras amistades… y sin embargo, cuánto dolores de
cabeza nos da buscar ese trabajo, y luego el trabajo en sí, la familia incluso,
nuestros amigos, etc. Todo esto forma parte de nuestra vida y está bien que sea
así, pero para el budismo nada de todo ello puede ser causa última de
felicidad, desde el momento en que también es causa de sufrimiento.
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