Las mujeres en Grecia en la mayoría de los estados de la antigua Grecia, la mujer vivía una vida muy protegida y no podía jugar un papel activo en la sociedad. No podía heredar o ser propietaria, ni acudir a los tribunales de justicia. No podía ni tan siquiera comprar algo que costara más de determinado importe. Estaba siempre bajo la tutela de un pariente masculino: primero del padre, luego de marido, hermano o hijo.
La ceremonia del matrimonio Las muchachas se casaban con 15 años, pero el novio solía ser mayor. La mejor edad para que un hombre se casara era entre los 30 y 35 años.
El padre elegía al marido de su hija y le daba bienes y dinero, lo que se conocía como dote. La dote se devolvía al padre en caso de divorcio o muerte del marido.
Las obligaciones de una esposa En una casa rica, una esposa tenía muchas obligaciones. Su principal obligación era mantener a los niños, sobre todo varones, que preservarían el linaje familiar. Controlaba los almacenes y se aseguraba de que la casa estuviera limpia y la comida lista a tiempo. Cuidaba de los hijos y de los enfermos de la casa y gestionaba la economía de la familia. A las mujeres se las tenía bajo un estricto control. Debido a que se casaban a los catorce o quince años, se les enseñaban sus responsabilidades desde temprana edad. Aunque muchas de ellas se las arreglaban para aprender a leer y a tocar instrumentos musicales, a menudo se las excluía de la educación formal. Se esperaba que una mujer permaneciera en su casa, lejos de la vista, con excepción de su presencia en los funerales o en los festivales. Si se quedaban en
casa, debían estar acompañadas. Las mujeres de menor rango social tenían una vida más agradable ya que podían salir de sus casas sin ningún inconveniente, acudir al mercado o a las fuentes públicas e incluso regentar algún negocio.
El divorcio Aunque los hombres podían hacer más o menos lo que querían, las mujeres tenían que comportarse según unas normas muy estrictas: ante cualquier sospecha de escándalo, podían enfrentarse a un divorcio, para divorciarse de su esposa, un hombre hacía una declaración formal de divorcio ante testigos.
Era mucho más difícil para una mujer poner fin a su matrimonio, ya que no podía ejercer acciones legales por sí misma. Debía presentarse ante un dirigente llamado arconte y convencerle de que actuara en su nombre. El esposo se quedaba con los hijos y la mujer iba de un pariente masculino. La dependencia del marido era tal que podía amonestarla, repudiarla o matarla en caso de adulterio, siempre que éste estuviera probado.
LA MUJER EN ROMA
La mujer libre romana
estaba sometida a su padre o a su marido y carecía de derechos políticos. Las
niñas tampoco recibían la misma educación que los niños, iban a la escuela
media y nunca a la superior.
A pesar de todo, la
mujer disfrutaba de una gran consideración dentro de la familia y desde la
época imperial disponía de un grado de libertad. Llevaban una inmensa vida
social (salían a comprar, participaban en banquetes…) y acompañaban al marido a
actos oficiales o espectáculos.
En el siglo II a.C.
Cornelia fue un modelo de matrona romana. Permaneció fiel a su marido Tiberio
Sempronia Graco. Se preocupó de la educación de sus hijos. Recibía a hombres
cultivados en sus “tertulias culturales”, sus cartas fueron publicadas y se ergio
un busto en su honor en Roma.
Muchas mujeres tenían
acceso a la educación, asistiendo a escuelas elementales o con tutores
privados. No estaba mal visto que tuvieran conocimientos de geometría o filosofía.