Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga de mí, lo digo de ti,
Y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago……e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
Para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
De esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
De padres que engendraron otros padres
Que nacieron aquí, de
padres hijos de esta tierra
Y de estos viento también.
Tengo treinta y siete años.
Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro comienzo a cantar hoy
Y no terminaré mi canto hasta que me muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es mi misión y no lo olvidaré; que nadie lo olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho
Lo mismo al bien que al mal,
Dejo hablar a todos sin restricción,
Y abro de par en par las puertas a la energía original de la
naturaleza desenfrenada.
DEIXIS PRONOMINAL, DEIXIS ESPACIAL, DEIXIS TEMPORAL
El tema principal del texto es la concepción panteísta del
ser humano. Este sigue un proceso inductivo, es decir, parte de un caso en
particular, hablando de sí mismo (“mí mismo”, “de mí”), para culminar su poema
en la humanidad en general (“dejo hablar a todos sin restricción”).
En este poema vemos clara la visión del autor sobre el
mundo. Para él, lo más importante es entender que la vida humana forma parte de
un todo, para poder así comprendernos a nosotros mismos, y por extensión,
nuestra naturaleza (acerca de nuestra naturaleza escribí una entrada hace poco
que podéis leer si pincháis aquí). De esta manera, Walt Whitman afirmaría que
todos venimos, estamos y vamos al mismo sitio, teniendo su poema, pues, el
sentido del panteísmo. Esta creencia afirma que todo, el universo, la
naturaleza y el ser humano es uno.
"Cuando conozco a alguien no me importa si es blanco, negro, judío o musulmán. Me basta con saber que es un ser humano" |
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