Isabel Torres
Hablemos ahora del monstruo creado por el doctor Frankenstein, creado a su vez por Mary Shelley.
Es posible empatizar con este personaje si alguna vez te has sentido rechazado por el resto de personas, o incluso por tus propios padres, así puedes comprender la sensación triste que envuelve al monstruo. Sin duda, el monstruo es un personaje trágico, su deseo es encontrar a alguien que lo quiera, pero ni siquiera su propio creador lo acepta. ¿Puede una persona convertirse en un monstruo cuando la sociedad la rechaza, cuando nadie le da el cariño o siente amor por ella? ¿Convierte esta sociedad al individuo en un asesino? A lo largo de la historia siempre ha habido rechazo social (ya sea por motivos de raza, orientación sexual, estatus social o aspecto físico), lo que ha creado grandes conflictos en los que murieron miles de personas.
Hablemos ahora del monstruo creado por el doctor Frankenstein, creado a su vez por Mary Shelley.
Es posible empatizar con este personaje si alguna vez te has sentido rechazado por el resto de personas, o incluso por tus propios padres, así puedes comprender la sensación triste que envuelve al monstruo. Sin duda, el monstruo es un personaje trágico, su deseo es encontrar a alguien que lo quiera, pero ni siquiera su propio creador lo acepta. ¿Puede una persona convertirse en un monstruo cuando la sociedad la rechaza, cuando nadie le da el cariño o siente amor por ella? ¿Convierte esta sociedad al individuo en un asesino? A lo largo de la historia siempre ha habido rechazo social (ya sea por motivos de raza, orientación sexual, estatus social o aspecto físico), lo que ha creado grandes conflictos en los que murieron miles de personas.



Entonces vemos aquí la influencia de las ideas del filósofo Jean-Jacques Rousseau, que explica, como hipótesis de trabajo, cómo sería la convivencia en sociedad antes de un pacto (contrato social), el posible estado de naturaleza, y explica cómo se vive en sociedad tras ese pacto.

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