Hoy me propongo hacer una inmersión en una de las obras
clave del siglo XVIII, al hilo de la "mini-presentación" que yo misma tuve el lujo de hacer. Estoy hablando de “Pamela, o la virtud recompensada”, de
Samuel Richardson. En ella, se perseguía un propósito moral, exponiendo un
ejemplo de virtud tal como era entendido en aquella época; pero instruyendo
también al tiempo que entretenía al lector. De hecho, la mayor parte de las
novelas de mediados del siglo XVIII y hasta bien entrado el siglo XIX,
siguieron esta tendencia, reclamando legitimidad a través de su capacidad para
enseñar y entretener a un tiempo.
El argumento de Pamela perfila la historia de una muchacha
que presta sus servicios en casa de una señora noble que acaba de fallecer
instantes antes de iniciarse la novela. Queda la doncella al cuidado del hijo
de la difunta, Mr. B., joven que se siente atraído por ella y que la intenta
seducir. Pamela se resiste y defiende a ultranza su virtud. Se ve sometida a
peligros, privaciones y vejaciones, hasta pensar en el suicidio como único
medio de preservar su virginidad. Pero su fe en Dios le permite evitar tamaña
locura y conservar su pureza a la vez. Al fin, arrepentido el señorito de tanta
villanía, le deja en libertad de volver a casa de sus padres. Todos estos
relatos los conocemos por las cartas que Pamela escribe a sus progenitores.
Cuando es recluida por no acceder a los deseos del amo escribe un diario que, con la complicidad malvada de una criada, irá a parar a manos del señorito. Con la lectura del mismo, Mr. B. conoce mejor el pensamiento de Pamela, lo que ésta siente por él y se decide a escribirle una carta rogándole que regrese y se case con él. Pamela, que también estaba enamorada (o al menos así nos la presenta el autor), opta por esta alternativa, desposándose con Mr. B.
Cuando es recluida por no acceder a los deseos del amo escribe un diario que, con la complicidad malvada de una criada, irá a parar a manos del señorito. Con la lectura del mismo, Mr. B. conoce mejor el pensamiento de Pamela, lo que ésta siente por él y se decide a escribirle una carta rogándole que regrese y se case con él. Pamela, que también estaba enamorada (o al menos así nos la presenta el autor), opta por esta alternativa, desposándose con Mr. B.
Pamela fue bien recibida por el público y gozó de no pocos
elogios, ya que se adaptaba muy bien al espíritu puritano y burgués de la
época. Pero también tuvo detractores que consideraron hipócrita la actitud de
la protagonista, que quizá defendía su virtud no tanto como fin ético cuanto
como medio para lograr a Mr. B. Además, Richardson supo mezclar la moral
práctica del puritanismo con el sentimentalismo y el idealismo.
Richardson fue el creador de la novela inglesa de costumbre
y el primer autor que toma su argumento no de los clásicos o de la historia,
sino de la vida real. Fue un gran observador y analista del individuo. Es por
ello que se le ha llamado el “padre de la novela de análisis”.
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