En el primer fragmento que hemos leído de Jonathan Swift,
Gulliver (“Hombre Montaña”, así llamado por los habitantes de la isla) se
encuentra preso en un lugar al que llaman llamado Liliput, rodeado de pequeños seres. Uno
de ellos, que parece ser el de más alto rango de todos, el emperador, se dirige
a él, obligándole a cumplir una serie de normas para la protección de su
región.
Ahora, si echamos la vista atrás e intentamos traer a la
memoria aquellos textos que alababan a distintos dioses, nos percataremos de
que existe cierta similitud entre ambos. Me refiero a aquellos poemas “Canto a Inanna” e “Himno al Sol”. En ambos existe una clara idolatría a un dios, visto
como el ser superior, ese que incluso puede “dar comienzo a la Vida”. Estos
rasgos los podemos ver repetidos en el fragmento de Gulliver. El emperador, se
dirige a sí mismo como “monarca de todos los monarcas”, lo que nos hace
recordar aquellos títulos que vimos a principios de curso: “El cantar de los
cantares”, “Rey de reyes” o “Sábado de sábados”. Además, se visualiza como un
ser inmenso en tamaño: “más alto que los hijos de los hombres”, “…cuya cabeza
se levanta hasta tocar el Sol”; al igual que Akenatón era visto en aquel poema
que decía: “Eres hermoso, grande, brillante, alto por sobre tu Universo”. Por
último, se idolatra la figura de este ser haciendo ver sus partes más positivas
y asombrosas:”…agradable como la primavera, reconfortante como el verano,
fructífero como el otoño…”; de igual manera era idolatrada Inanna:”…eres justa”,
“Tú exaltas los elementos”, “Eres Inanna, suprema en el cielo y la tierra”.
Siguiendo ahora con el fragmento de nuestro protagonista,
Gulliver, hablaremos sobre el trato que este recibe del emperador. Después de
haber hecho saber a todos los lectores lo grandioso que es “Su Muy Sublime Majestad”, se presentan algunas
características que el anterior ve en Gulliver, o como el mismo emperador le
llama, “Hombre Montaña”. A este se le imponen una serie de reglas que está
obligado a cumplir. Estas ven a Gulliver como un monstruo al cual se debe tener
enjaulado por el peligro que pueda causar:”…no saldrá de nuestros dominios sin
una licencia nuestra…”, “…no deberá pasearse ni echarse en nuestras praderas ni
en nuestros sembrados”.
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