lunes, 5 de junio de 2017

KAHLIL GIBRAN

Hace algunos días en literatura universal leímos uno de los poemas de este escritor líbano. Este en cuestión trataba sobre la relación entre las distintas generaciones. Se dirigía hacia los progenitores de esos hijos, que “no son sus descendientes”, sino “hijos de la vida”. De esta manera, pretende concienciar a aquellos llamados “padres-helicóptero”, a que no sobreprotejan tanto a sus hijos, pues ellos tienen que vivir su propia vida, al igual que los padres lo hicieron. Es por esto que, tras haber dado multitud de consejos a estos padres, como “darles tu amor, pero no tus pensamientos”, concluye con los siguientes versos: “Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea para la felicidad”.
Personalmente, opino igual que Gibran. Los padres sí que son una muy buena ayuda para que nosotros salgamos adelante, pero incluso en ese camino, deben dejar que solventemos los problemas que se nos arriben por nosotros mismos, o si no nunca tendremos esa autonomía, y dependeremos siempre de alguna fuerza superior a nosotros para que nos guíe.

Además, el intento de nuestros padres porque nos parezcamos a ellos resulta un tanto ridículo, porque la vida avanza y se desarrolla. Y el que nos inculquen sus pensamientos sólo hará que sigamos sin avanzar en nuestro camino para alcanzar nuestro objetivo en la vidaImagen relacionada

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